La cetarea —vivero de producción de crustáceos comunicado con el mar— se encontraba abandonada desde hacía tiempo, pero conservaba el foso, las plataformas de las edificaciones y los muros de piedra del camino de acceso, que se han revestido de madera, incrustándose en el terreno; la senda desciende mediante rampas y escaleras hacia la zona de baños, estancia y solárium.
La intervención crea una nueva vista sobre el horizonte y una nueva topografía que interactúa con el entorno.
El proyecto fue seleccionado en la II Bienal de Arquitectura, Arte y Paisaje de Canarias.